30 de agosto de 2009

El comienzo

Conjuntar estilos, mediarlos, fusionarlos... ver qué resulta de algo que parece ser completamente incombinable. Complicarme la vida tratando de unirlos, en busca del regocijo interno que obtengo cuando noto que comparten características que los hacen no tan alejados como se pensaba.
El ornamento, el barroquismo visual, técnico, interno. Y el hecho de que no me pueda decidir solo por uno.
La pasión por los materiales. El vidrio, con todos sus niveles de transparencia y la capacidad de proyectar el color cuando la luz lo atraviesa, pero también por su trémula delicadeza de textura limpia y lisa con el inherente peligro que representa si no se le trata con el debido cuidado. El vidrio como agua suspendida en el tiempo…
Sin olvidarme del atuendo. Porque cuántas texturas, tramas, superficies, opacidades infinitas puede tener la vestimenta. Qué y cuánto se expresa combinando todo ello...
Y la luz, la luz, la luz…. Aquella que crea el ambiente, la que permite la existencia de color. Luz y color como base para volarme. A veces siendo la única razón para crear.
Toda esta intrincada fascinación se forma en mi mente, pero ahora necesito sacarla.

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