Niños de otros tiempos eran felices con juguetes hechos a mano, realizados con materiales naturales y decoraciones que denotaban un gran esmero en su creación. Baleros, trompos, canicas, dados, loterías, perinolas... de madera olorosa, vidrio artesanal o fibras naturales. Los cuidaban mucho porque entonces, las cosas no estaban hechas para tirarse cuando comenzaran a verse gastadas, como ahora. Eran verdaderamente estimulantes, porque proponían retos tanto mentales como físicos: correr, saltar, atrapar. Y cuando se trataba de jugar en equipo, eran seres de carne y hueso los que jugaban con ellos, en lugar de representaciones virtuales de sus contrincantes. Pocos de éstos juguetes, que ahora llamamos tradicionales entretienen a las generaciones actuales. Y la mayoría de ellos son meros recuerdos en los estantes de nuestras casas, hablándonos de días cuya modernidad se ha convertido en nuestra tradición, pero por desgracia, siempre está en peligro de perderse.
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Ese fue el concepto del que quise hablar con esta escultura, que realicé para entrar en el IV concurso CULTO JOVEN del Circo Volador. Se llama "El conflicto entre tradición y modernidad" y ha sido de las piezas que más me han gustado, porque fue un gran viaje imaginarla, batallar con ella, acabarla justo a tiempo para alcanzar a inscribirla, darla por perdida cuando según "se pasó" la fecha para irla a recoger, enterarme el jueves pasado de que era finalista y finalmente ganar el tercer lugar en la fiesta de Circo Volador este sábado. Así que felizmente te presento a mi hija ;)