Ambos sabemos que las cosas no están marchando bien. Nuestro principio fue mágico: te vi con tu traje de oficial de la armada de Britannia y entonces supe que eras lo que esaba buscando. Me decidí por ti. Apartir de ese momento el destino no ha hecho más que arrojar piedras esperando a que caiga: si no es la tela que no encuentro, es la peluca que no me convence, o la tarea que no me deja tiempo... y los otros dos grandes problemas que me provocan dolor permanente. En fin, quería decirte que me estás costando más que ningún otro (¿tendrá que ver que seas el primer hombre?) y si acaso llego a verte en la TNT este sábado será un milagro.
No me mire así, señor Kururugi, le prometo que no quedará en mí.
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